Hay quienes aseguran que para ver santos no hay que irse al cielo, ya que, en la tierra, también los hay. Con esa premisa que bien puede no seducir a quienes sólo buscan en el cine una forma de entretenimiento, Tomás Gómez Bustillo materializó su ópera prima logrando no sólo contar un cuento preciosista y cargado de fantasía sino, además, un novedoso aporte dentro de la producción nacional ya que el film no sólo aporta una interesante trama y una estética cuasi pictórica sino que, además, toma algunos riesgos y materializa con ellos la idea de que en el mundo cine no todo está dicho y que se puede seguir innovando.