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23 Dec
23Dec

                                                                          "Vote por el correcto… el pasado pasará”

 A lo largo de la historia el cine demostró, al igual que otras artes, que en algunos casos puede ser premonitorio. Así como sucedió con Metrópolis de Fritz Lang cuando se anticipó a los horrores del nazismo o con la reciente serie El reino de Marcelo Piñeyro (donde la ficción vaticinó el sostenimiento de las derechas a través de la Iglesia evangélica) en Chile, la obra del iraní Alireza Khatami parece haberse adelantado ocho años a la pérdida de memoria del pueblo chileno que acaba de implantar en el gobierno a José Antonio Kats, un descendiente de ex jerarca nazi refugiado en el país y representante duro de lo que quedó del Pinochetismo tras la transición democrática. 

Es por ello que si se tiene en cuenta el actual marco sociopolítico del país trasandino el film realizado por el cineasta iraní hace unos años se transforma en una clara premonición e invita, al mismo tiempo, a seguir pensando en la función de la memoria colectiva ya no sólo como un elemento necesario para mantener la identidad de los pueblos sino para identificarla como posible arma de resistencia y antídoto contra el avance de los fascismos que están proliferando en diferentes partes del planeta. 

Ante los ojos del espectador, el film de Khatami aparece como una pieza sencilla, con pocos personajes, con una trama lineal (por momentos errática) pero con un trasfondo ético-historico- filosófico capaz de despertar el pensamiento en cualquier individuo que sienta la necesidad de encontrar explicaciones al nuevo mundo que se nos viene encima y para el cual parecen haber pocos recursos o medios para defenderse. Y eso es lo que parece sucederle al anciano cuidador del cementerio que encabeza una de las historias más bellas que haya filmado el cine chileno luego de las gemas surrealistas de Alejandro Jodorowsky

Los versos del olvido tiene como protagonista a un anciano que día tras día custodia los entierros en el cementerio local y también es responsable por los cuerpos que llegan a la morgue. Desde hace años realiza ese trabajo, pero desde hace un largo tiempo padece de una condición: no sabe como se llama ni recuerda nombres, pero, a cambio, sí recuerda vida y obra de cada uno de los cadáveres que pueblan el cementerio además de poseer una extraña capacidad para reconocer cantidades de días y fechas que nada tienen que ver con las propias experiencias personales. Sin embargo, la tranquilidad en la que lleva a cabo su trabajo se ve modificada cuando sobreviene una tremenda huelga que paraliza a la ciudad y en la cual la policía lleva a cabo un operativo represivo dejando cientos de heridos y algunos muertos. 

Así es como de un modo ilegal un grupo de policías ingresa al cementerio y mediante una actitud típica de las prácticas ilegales de los tiempos del pinochetismo obligan al anciano a abandonar el cementerio para poder esconder dos cuerpos que perdieron su vida como consecuencia de la feroz represión que se llevó a cabo para apaciguar la protesta. A partir de ese momento, el anciano se siente desplazado del lugar al que dedicó su vida y mediante una serie de evocaciones temporales – sumadas a la interacción con algunos personajes que resultan verdaderas joyas dentro del guión- se comienza a develar la posible historia del hombre y porqué su cabeza encontró en el olvido una forma de sublimar un trauma del pasado que lo dejó anclado en una trampa temporal de la cual parece estar cautivo. 

El hecho de que en la pieza ninguno de los personajes tenga nombre (y que aparezcan sólo como representación corpórea de diferentes actores sociales y humanos que pueblan el mundo) hacen que la historia se vuelva universal provocando una identificación directa con el público y, a su vez, de éste con las problemáticas que cada uno de aquellos atraviesa, materializando el famoso adagio marxista que reza que “nada de lo humano nos puede ser ajeno”

Cuando se indaga en los problemas que tuvo el director para llevar a cabo el proyecto, inevitablemente, se los toma como un elemento vital a la hora de entender el valor de aquello que se cuenta. En un principio el film había sido pensado para filmarse en Irán (de hecho, el director es iraní nacionalizado canadiense) pero al saberse que tendría como base argumental los desaparecidos y reprimidos durante la dictadura del último Sha de Persia le negaron los permisos. Ante tal negativa su lente viró hacia España y creyó posible adaptar su historia al contexto de la Guerra Civil Española y el saldo de los miles de muertos que yacen anónimamente en varias fosas comunes diseminadas por todo el mapa castizo. Pero lo cierto es que allí tambien obtuvo un rotundo no para poder concretar la filmación y que no resulta extraño sobre todo si se tiene en cuenta la gran capacidad del pueblo español para negar los crímenes del Franquismo y revisionar el pasado. 

Por ello, si se tiene en cuenta que no quedaban muchas opciones para adaptar su historia, el cineasta gracias al apoyo de una serie de organismos de fomento y cooperación cultural internacionales pudo gestionar la filmación en Chile, donde al recibir el permiso llevó a cabo la adaptación de su idea original a los actores locales y a los espacios en los que finalmente transcurre la trama. De ese modo Chile resultó no sólo el lugar ideal para adaptar el proyecto sino que, además, la dictadura de Pinochet, los miles de desaparecidos, el silencio y la perdida de memoria oficiaron de espejo para el cuento metafísico que quería contar.  

Quizás,por eso, haya que ver en aquel traspié una oportunidad antes que un problema ya que, si bien le retrasó el tiempo de rodaje, dicha condición terminó obrando a favor para que lograra una pieza tan densamente profunda y con un alto valor metafísico digna de ser exhibida en pantalla grande. Los juegos de la memoria que se plantean en la historia no pueden entenderse más que como condiciones necesarias para que el hombre, a través de su pasado y lo vivido, construya la propia identidad del yo y evite tropezar dos veces con la misma piedra: lección que en Chile, parece no haber sido aprendida.

Calificación: **** (Muy buena)

LOS VERSOS DEL OLVIDO (2017-Chile), Dirección y Guion: Alireza Khatami, Elenco: Juan Margallo, Tomas del Estal, Manuel Morón, Itziar Aizpuru, Amparo Noguera y Gonzalo Robles, Fotografía: Antoine Heberle, Coproducción Chile-Francia-Alemania-Países Bajos (Holanda); House on Fire, Endorphine Production, Lemming Film, Quijote Rampante, Duración: 92’-Color.

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