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18 Oct
18Oct

De todos los países de Latinoamérica que sufrieron las inclemencias del Pan Cóndor en los años 70, Paraguay fue uno de los que menos catarsis posterior hizo. Mientras que la mayoría de las dictaduras promovidas por EEUU – pensadas para frenar el avance comunista- terminaron apenas iniciados los años 80, Paraguay la continuó hasta 1989, año en el que Andrés Rodríguez Pedotti destronó a Alfredo Stroessner, dictador que se había perpetuado en el poder durante treinta y cinco años en los que cometió un sinfín de violaciones a los derechos humanos y perpetrando uno de los casos de terrorismo de estado mas sangrientos de la historia actual latinoamericana. 

Lo cierto es que luego de finalizadas aquellas dictaduras la mayoría de los países que las sufrieron encontraron en el cine un medio idóneo para exorcizar aquellos demonios y reflexionar acerca de la cruda realidad que les dejó como consecuencia; pero Paraguay, muy por el contrario, no tuvo esa oportunidad. Y para ello podría existir una primera explicación: el hecho de que el derrocamiento de Stroessner haya provenido del mismo seno familiar y que haya continuado sosteniendo la estructura del partido colorado justificaría, entre otros factores, aquella ausencia de compromiso con el revisionismo de aquel pasado reciente. 

Desde entonces, el registro audiovisual de los años del “Stronato” (tal como la historia decidió nombrar a aquellos años bajo la égida del dictador) apareció como furtivo, errático y contaminado por las políticas terroristas que desde el estado promoveron y justificaron la persecución, el secuestro, la tortura, el exilio y el aniquilamiento de los opositores al régimen. Por ello es que cuando en la prensa mundial apareció la noticia de que por primera vez un joven cineasta había realizado un documental que intentaba echar luz sobre aquel cono de sombras en la historia de su país, no sólo se celebró sino que contó con el apoyo inminente de importantes instituciones culturales (tales como Ibermedia, INCAA o el Goethe Institut) así como de los festivales de cine más importantes del mundo que lo incorporaron en sus grillas y le permitieron una visibilidad de enorme nivel. 

Bajo las banderas el sol, de Juanjo Pereyra es un film que se pensó como la oportunidad de utilizar la pantalla grande para reflexionar sobre lo que significaron los años de dictadura de Stroessner y saldar con él una deuda pendiente con la memoria de su país. Así es como a través de una edición que procesó casi 140 horas de material audiovisual aportado desde diferentes geografías (tales como Francia, Alemania, Rusia, Japón, Brasil y Argentina) y un derrotero por los festivales más importantes del mundo lo volvieron una propuesta interesante para todos aquellos que quieran entender cómo se implementó el proceso de las dictaduras latinoamericanas de fines del siglo veinte e indagar en los casos particulares de cada uno de los países en los cuales aquellas se produjeron. 

Sin embargo, más allá del interés del cineasta por indagar en el tema y el apoyo recibido por parte del circuito cinematográfico mundial, el film porta sobre sí una serie de fallos conceptuales, contextuales y cinematográficos que lo alejan de ser una experiencia memorable y que lo hacen naufragar en un mar de buenas intenciones sin lograr el objetivo que se planteó en sus inicios el cual se supone que no era otro que el de echar luz sobre uno de los hechos mas traumáticos en la historia del país. 

Una de las primeras fallas que se advierten es la ausencia de una hipótesis clara y que invite al espectador a comprender cómo y porqué se produjo aquel proceso dictatorial y cómo influyó en la realidad política del cono sur en los convulsionados años 70 y 80. La sucesión de imágenes (muchas de ellas inéditas y de una calidad estética y de preservación histórica realmente asombrosas) adolecen de un relato que las sostenga, las ponga en contexto y las haga dialogar. 

De ese modo, el espectador queda a expensas de un bombardeo de imágenes sumamente interesantes pero que lo obligan a inmiscuirse en un juego de interpretación libre que termina reduciendo la experiencia sólo a aquellos que tengan cierta información sobre el tema o bien porque hayan padecido aquellas políticas totalitarias en carne propia. 

En la mayoría de ellas – y también en la estructuración del montaje- se advierte que la intención de Pereyra era ilustrar el culto a la personalidad y el mesianismo con los que Stroessner se dirigía a su pueblo pero se dejan otras que, de haber estado en una disposición diferente dentro de la trama podrían haber demostrado de mejor manera porqué con sus políticas decidió aniquilar a todos aquellos que se oponían a su plan de gobierno y porqué planificó una sistematización del horror por aquellos años. 

Los otros grandes ausentes en el film son los cientos de detenidos, torturados, exiliados, ajusticiados injustamente y desaparecidos que fueron la consecuencia inevitable de aquellas políticas. Con la publicación de algunos números insignificantes (que contrastan notablemente con las cifras oficiales que arrojan unas 450 desapariciones y 60 muertes registradas en el período) y la mención apenas de algunos nombres, el director perdió con ello la posibilidad de reconstruir las identidades de aquellos mediante entrevistas a familiares, amigos o conocidos que pudieran aportar cómo vivían en aquella época y teorizar acerca de porqué se los demonizó como “enemigos íntimos del sistema”. 

Por ello, el film de Pereyra se celebra porque es el primer trabajo cinematográfico que se entromete con el caso del Stronato y logra trascender fronteras, pero, por el contrario, también deja latente una sensación de aquello que podría haber sido y no fue. La ausencia de una voz en off que contextualice e invite a sumergirse en un relato claro, la reorganización de algunas de las imágenes, la falta de datos oficiales (que demuestren menciones y citas certeras de cómo se llegó a los números de desaparecidos, exiliados y muertos) y la falta de testimonios (tanto de los sobrevivientes como de familiares de los desaparecidos) terminan quitándole poder ofensivo a la controvertida figura de Alfredo Stroessner quien llega al final del relato, más como un personaje digno de gracia y lástima antes que como un dictador al que se debería repudiar y mantener vivo en la memoria colectiva para que nunca más, otro como él, llegue al poder.

Calificación: Regular (**)

BAJO LAS BANDERAS EL SOL (Paraguay-Francia-Alemania-Argentina2023) Dirección: Juanjo Pereira. Guion: Juanjo Pereira y Sofía Lena Monardo, Dirección de fotografía: Francisco Bouzas, Montaje: Manuel Embalse, Música: Andrés Montero Bustamante y Julián Galay, Diseño sonoro: Julián Galay, Productores: Paula Zyngierman, Leandro Listorti, Juanjo Pereira, Ivana Urizar y Gabriela Sabaté, Producción Ejecutiva: Ivana Urizar, Juanjo Pereira, Gabriela Sabaté, Paula Zyngierman, Leandro Listorti, Hernán Mazzeo, James Costa, Trevor Burgess, Sofía Lena Monardo y Daniela Martínez Nannini (Duración 90´- Color)

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