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07 Oct
07Oct

Almodóvar siempre fue un maestro en el juego del cine. Con una gran capacidad para contar historias a modo de muñecas rusas y tejer tramas de los más extraños tonos y calibres, entre algunas otras de sus cualidades, está la de utilizar algunos fotogramas extras para hacer algún corto o escena especial como para despuntar el vicio, aunque sea en formato pequeño, de contar con imágenes.

Así como cuando estuvo a punto de estrenar ¿Que he hecho yo para merecer esto? filmó - a modo de difusión- el corto Trailer para amantes de lo prohibido (que es una de las mejores piezas para entender lo bien que maneja el melodrama) en el estreno de Los abrazos rotos, se jugó por contar el pequeño monólogo de una funcionaria corrputa, adicta y sexópata, tres elementos que, según Almodóvar identifican a la nueva clase dirigente política española.

Para este corto eligió a Carmen Machi, la que es, sin dudas, una de las mejores actrices de su reparto oficial. Allí la Machi encarna a una concejala que entre esnifadas de coca y la engullida de un envidiable flan casero le habla a una mujer que yace inconciente en la misma mesa que lleva a cabo la fechoría. Desde los primeros minutos (¿quizás por el gazpacho que saca de la heladera? o por el color del vestido) uno como espectador tiene la sensación de estar viviendo un deja-vu que remite inevitablemente a la recordada Mujeres al borde de un ataque de nervios ( y si le sumamos la mujer dormida en la mesa, es casi imposible que no se materialice el rostro de perfil de Rossy de Palma teniendo aquel sueño erótico en el que creerá, al despertar, haber perdido la virginidad).

La funcionaria (¿puede ser también la funcionaria asesina de la famosa canción de Alaska?) al contar sus fantasías con los pies y la práctica de la oralidad sobre ellos se alza como una gran metáfora de lo que los políticos hacen en realidad con el pueblo que los padece, y que parece no ser otra cosa que fagocitarlos de un modo más cruento y menos placentero que el que lo hace la funcionaria.

Siete minutos gloriosos que son un bonus track de la historia de Los abrazos rotos y que nos brinda la posibilidad de disfrutar en pantalla una pieza más del genio almodovariano, el cual apelando a "lo bizarro o kitsch" expone y devela situaciones y personajes de la vida que terminan certificando aquel viejo adagio que dice que, muchas veces, la realidad supera a la ficción.    

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