“De la noche puedo hablar mucho… pero del día no. No me gusta. A mí me hace mal el sol. Yo soy amigo de la luna…”
Polaco Goyeneche
Un dron atraviesa lentamente las famosas avenidas porteñas y con una luna llena salida de un cuento expresionista hace foco en un impecable cartel que reza: “Bienvenido a mi barrio”. El barrio no es otro que el mítico Saavedra y quien ilumina la entrada, con una sonrisa eterna y los ojos achinados no es otro que el Polaco Goyeneche, quien utilizando el cartel y su contagioso carisma invita a los espectadores a transitar su vida durante casi dos horas partiendo de ese homenaje tan justo y necesario que le regaló el pueblo argentino luego de su desaparición física.
Así, a medida que la historia se desarrolla y las imágenes recurso que ilustran su vida se proyectan como en un antiguo kinescopio, el barrio volverá a aparecer una y otra vez: a veces, bajo la forma de íconos representativos (como la calesita, las plazas o los transeúntes) y, en otras ocasiones, bajo la de murales o pintadas que recuerdan en todo momento que allí vivió un hombre que durante el día era humano -como cualquier otro- pero que por las noches se enfundaba en un elegante smoking y en un escenario cualquiera trabajaba de mito.
Trabajar. Eso es lo que hizo el Polaco Goyeneche en toda su vida, según los testimonios seleccionados por el director y que dan cuenta inequívoca de su talento, pero también de su perseverancia. Tal como lo hizo siendo un niño (al trabajar como jornalero para poder colaborar con la crianza de sus hermanos) cuando musicalizó los recorridos en las diferentes líneas de colectivo en las que fue chofer o bien cuando sintió que había llegado la hora de popularizar su voz sin saber que, en ese mismo momento, materializaba un importante legado para la cultura nacional.
El aspecto polifónico de los testimonios logrados por Marcelo Goyeneche en la pieza permite reconstruir al personaje desde varios aspectos e imprime, en el espectador, la sensación de que la grandeza del cantante dejó en cada uno de ellos una huella imborrable al punto de pensar la existencia de tantos polacos como interlocutores haya tenido enfrente de su mirada cansina y su voz aguardentosa. Cada uno de los testimonios detectan y amplifican con el anecdotario la enorme capacidad de ser humano que fue, en paralelo al supuesto personaje de comedia francesa de los años cuarenta o cincuenta que muchos le reconocieron, sobre todo, en sus inicios.
Así es como el relato se encadena y perfecciona con las voces de su esposa, sus hijos, su nieta, diferentes críticos, maestros musicales, estudiosos del tango, algunos admiradores y la de Adriana Varela (bautizada por los italianos como la mujer con voz de hombre) quien no sólo resuena en pantalla como la de la elegida para pasarle “la posta” del tango sino, además, la que ilustra el hipnótico efecto que tenía aquella voz rasposa cuando se esfumaba en el éter y dibujaba primaveras provocando lágrimas inconsolables.
Con este film, la figura del Polaco Goyeneche no sólo queda expuesta respecto de los elementos que forjaron y caracterizaron su obra sino que, además, logra dimensionar la calidad humana que tuvo, esa que sólo pudieron acceder quienes formaron parte de su círculo más íntimo (sobre el final ya, al ser interrogado si llegó a ser un hombre rico, mirando a los ojos al cronista le replicó: "Soy un hombre rico porque estoy lleno de amigos… y eso muy pocos lo pueden decir”)
EL POLACO DEL SÉPTIMO ARTE
Si bien este documental intenta reconstruir en pantalla grande al Polaco cantor de tangos( y como ícono de una noche porteña que emuló a París) también deja en evidencia su participación en el mundo del cine y de la televisión, al exponer las interesantes imágenes que así lo demuestran.
En el año 1988, luego del éxito que significó El exilio de Gardel (estrenada en simultáneo en Francia y Argentina en 1986) Pino Solanas lo convocó para que en Sur interpretara a Anselmo, un viejo y decadente cantor de tangos que, a cambio de bebida y cigarrillos, regalaba su voz quebrada en las fantasmagóricas noches de invierno en un rincón de Barracas. Sin haber tenido nunca antes experiencia en pantalla grande, el Polaco logró una de las escenas más hermosas que haya dado el cine argentino de pos dictadura la cual lo catapultó como un verdadero sobreviviente que accedía -ya sobre el final de la vida- a inmortalizar su mítica existencia en el celuloide (tal como si fuera Bela Lugosi, el actor húngaro que el tanto admiraba y al que no podía dejar de ver en la magistral versión del Conde Drácula que lo llevó a la eternidad)
La otra intervención televisiva que aparece en el documental y que emociona al espectador es la de la entrevista que en los años 80 le hiciera Juan Carlos Mareco (en el recordado Cordialmente por ATC) al que asistió acompañado de su inefable amigo, el bailarín Jorge Donn. Allí el Polaco entonó a capella la letra de Naranjo en flor (de Homero Manzi) provocando la emoción del bailarín, que terminó con una curiosa reacción de aquel en la que pidió que evitaran los aplausos y que agradecieran aquellos acordes únicamente con el silencio.
No caben dudas de que el peso que representan esos dos archivos fílmicos dentro del documental se alzan como el mejor argumento para reflejar no sólo la capacidad artística del cantante para interpretar como nadie el género del tango, sino, también, para provocar la emoción, ya sea a través de un personaje o bien rodeado de las figuras más exquisitas del arte internacional (si bien Jorge Donn era argentino, su figura trascendió las fronteras cuando interpretó el Bolero de Ravel en el inolvidable film “Los unos y los otros” del director francés Claude Lelouch en 1981.
EL POLACO Y LA(S) MUJER(ES)
“Cuando me preguntan por las minas… digo que la única mina fue mi madre” repetía el Polaco cada vez que algún periodista indiscreto o malintencionado le quería hacer pisar el palito y dejar expuesto el incipiente machismo que durante años tiñó al mundo del tango. En ese sentido, Adriana Varela se transforma en la principal defensora de la grandeza y el aspecto inclusivo del Polaco de quien,a demás, no sólo deja en claro que fue muy generoso al escucharla sino que, además, expone la responsabilidad que le legó al declararla abiertamente su sucesora (“Es esta” le habría dicho a su esposa luego de oírla cantar con esa voz incomparable)
La otra voz que merece un capítulo aparte dentro de la historia es la de Luisa Mirenda, la mujer que lo acompañó durante toda una vida y lo amó hasta el exceso, tanto como para esperarlo despierta a diario para verlo en qué estado llegaba, perdonarle algún desliz de esos que su estirpe de tanguero trasnochador le ofrecía o bien como compañera de los viajes que el cantante realizó a Francia o a Japón con el objetivo de difundir el tango argentino más allá de las fronteras nacionales.
Dueña de una sinceridad pocas veces vistas y portadora de una figura que enternecía y emocionaba por partes iguales, Luisa falleció a los 91 años en Octubre de 2020, en pleno proceso de montaje del documental. Las imágenes póstumas de aquellas entrevistas dejan en claro la importancia que tuvo el Polaco en su vida al definirlo como “su gran y único amor, un gran padre para sus hijos y un mejor abuelo para su nieta”
En una entrevista radial Marcelo Goyeneche expresó que al buscar el material de archivo para llevar a cabo el proyecto se encontró con un Polaco que hablaba de cosas de las que en aquella época no se hablaba y que dan cuenta de que, sin lugar a dudas, era un hombre de avanzada para su tiempo (al punto tal de exponer su rechazo en cantar o grabar tangos que fueran descalificatorios o que agraviaran la figura de la mujer)
El film de Goyeneche es una pieza más que digna de entrar al pantéon de producciones documentales nacionales. Con la preciosa sucesión de imágenes, los cálidos relatos y la música que acompaña como telón de fondo la experiencia audiovisual queda al descubierto el gran trabajo de investigación que llevó a cabo para descubrir el material de archivo, realizar las entrevistas y encontrar un hilo conductor que le permitiera contar esa vida tan particular sin que el vínculo familiar le opacara el lente o le distorsionara la figura del tanguero. Por todo ello, Las formas de la noche es una enorme biopic documental en la que el respeto, la admiración y el agradecimiento eterno del público la vuelven un acto reivindicatorio y un interesante ejercicio de memoria colectiva.
Calificación: *** (Buena)
LAS FORMAS DE LA NOCHE (2023) Dirección: Marcelo Goyeneche, Elenco: Entrevistados varios, Fotografía: Sebastián Farfalla, Música: Marcelo Goyeneche (Color-106´)