Yo estoy dispuesto a creerlo todo, mi ruina, esta vida de miseria, todo, pero que tu trabajes no me lo trago…
Los últimos años de la década del 40 fueron de profunda crisis en la vida de Luis Buñuel. Instalado en México desde hacía un tiempo y con la Segunda Guerra Mundial en pleno desarrollo, el director se encontraba sin trabajo e inmerso en una angustiante crisis creativa. Para más, su imagen como realizador había descendido notablemente luego del rotundo fracaso que resultara la comedia Gran Casino (rodada en 1946 y protagonizada por Libertad Lamarque y el mariachi Jorge Negrete) y casi no había productores en México que quisieran producirle algún proyecto.
Pero en 1949, cuando estaba sin dinero y casi al borde de una depresión (recordemos que para entonces era un hombre de unos cincuenta años y con una familia que mantener) apareció una posibilidad de trabajo, ya que lo eligieron para que realizara El Gran Calavera, una comedia guionada por Janet y Luis Alcoriza (una pareja de actores cómicos) y que se perfilaba como un posible éxito de taquilla.
Y así lo fue. El rodaje se llevó a cabo y finalmente el film se transformó en un importante éxito de ventas, pese a no alcanzar un puesto dentro de las cien películas más vistas del cine azteca. Sin embargo, más allá del entretenimiento que brindó a los espectadores, lo mas positivo de esta obra, fue la posibilidad que le dio al español de que se reubicara dentro del listado de realizadores rentables, ya que gracias a ella, un año después, Buñuel recibía el dinero para filmar nada menos que Los Olvidados, la película que pasaría a la historia del cine como la obra maestra del cine mexicano.
El gran calavera cuenta la historia de Don Ramiro (Fernando Soler), un acaudalado empresario que a consecuencia del dolor que le produjo la muerte de su esposa, se arrojó al mundanal universo del alcohol, el juego y las mujeres. Su familia (integrada por dos jóvenes hijos y su vago hermano casado con una mujer hipocondríaca) lejos de ayudarlo y comprenderlo, sólo se dedican a vivir de su fortuna y poco les interesa el sufrimiento que el personaje atraviesa por entonces.
De esa forma transcurren los días de esa familia, teñidos por el más vil de los abandonos hacia Don Ramiro y en una incomprensible incomunicación y desinterés entre ellos mismos. Pero una inesperada visita (la de Gregorio, el hermano del protagonista y además un experimentado psiquiatra) intentará poner a cada uno de los personajes en su lugar, aunque para lograrlo, tenga que valerse de una maquiavélica puesta en escena en la que todos los miembros de la familia deberán colaborar sacrificando por el tiempo que dure la misma, la vida de lujos y servidumbres a la que están acostumbrados.
El plan propuesto por el psiquiatra implica llevar al protagonista (aprovechando uno de sus tantos comas alcohólicos) hasta una humilde casa en una vecindad ubicada en las afueras de México, con la idea de que cuando despierte de su letargo, le hagan creer que ha estado inconciente por un año y que a consecuencia de su incapacidad, han quedado sumidos en la mas profunda de las ruinas. Así es como cuando el pobre beodo vuelve en sí, todos se muestran laboriosos y en una aparente felicidad pese a haber quedado en la absoluta pobreza.
Ante este repentino cambio en su estatus social, Don Ramiro queda triste, decepcionado, y sintiendo que ha perdido todo, decide acabar con su vida arrojándose desde la terraza de un edificio, aunque ,claro está, no llega a concretarlo ya que un albañil que se encuentra trabajando en el lugar lo rescata y, sin querer, le revela la parodia que su familia ha planeado con la intención de salvarlo de las garras del vicio.
Es por eso que, a partir de esa revelación, el millonario decide seguirles la corriente a sus familiares y a espaldas de ellos, retoma su puesto habitual en la empresa y de vez en cuando retorna a su antigua casa a disfrutar de una copa o un cigarro, y por las noches, vuelve a la vecindad con su andrajosa ropa (ya que les hace creer que lustra botas en el Zócalo) donde pasa revista a los trabajos que cada uno de sus familiares han hecho durante la jornada. mostrándose fascinado por el cambio rotundo de vida que han experimentado todos.
Pero no obstante, pese a tal estado de fascinamiento, a Don Ramiro se le plantea un nuevo interrogante y es aquel relacionado con la manera en que resolverá la mentira que sostiene, ya que teme que una vez que todo vuelva a la normalidad, sus familiares (que han cultivado valores mucho más humanos que los que tenían antes de la teatralización) volverán a sus antiguas costumbres y lo dejarán de lado una vez más.
La dirección de Buñuel, en lo que a técnica se refiere fue impecable, y significó un hito importante en su carrera profesional, ya que según dicen, con ella terminó de entender ampliamente los secretos del lenguaje cinematográfico, a tal punto que en declaraciones hechas a la prensa algunos años después dijo: “Hacer esta película me divirtió porque me ejercitaba técnicamente. Me entretuve con el montaje, la estructuración, los ángulos... Todo eso me interesaba, porque aún era yo un aprendiz en el cine digamos «normal»."
En lo concerniente a las actuaciones, la que más se impone sobre las otras (sin desmerecer las de Andrés Soler y Maruja Grifell) es sin dudas, la de Fernando Soler, quien encarna de manera muy prolija al protagonista de la historia, otorgándole una gracia muy particular, la cual lo vuelve desde los primeros minutos de película un gran aliado del espectador haciéndole vivir a lo largo de los 92 minutos que dura la historia, un amplio mosaico de emociones, lo cual habla muy bien de su gran capacidad interpretativa.
Por eso, El Gran Calavera es una comedia muy entretenida, con un sólido y ocurrente guión, buenas actuaciones y una dirección privilegiada, la cual lejos de ser una rareza en la carrera de Buñuel (ya que es la única comedia de corte realista que filmó en su vida) sirve de prueba para entender la pulcritud técnica que había alcanzado, la cual un año después, quedó comprobada en la que sería una de las películas más importantes en la historia de la humanidad: Los Olvidados.
EL GRAN CALAVERA (1949, México). Dirección: Luis Buñuel, Elenco: Fernando Soler, Andrés Soler, Maruja Grifell, Rosario Granados, Rubén y Gustavo Rojo. Fotografía: Ezequiel Carrasco. Duración: 92 minutos. (ByN, Monoaural)