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20 Oct
20Oct

Las series o sagas de detectives, sean del género que sean,  siempre se deben agradecer. En mi infancia, las primeras novelas que leí estaban relacionadas con crímenes, detectives, policías y misterios por resolver. Recuerdo que cuando terminé mi primera pieza de Agatha Christie (que no era otro que Muerte en el Nilo) tuve la sensación de que ese género me iba a acompañar a lo largo de mi vida. Algunos años después en el colegio secundario tuve mi primer contacto con Rosaura a las diez de Marco Denevi (pieza que en lo personal creo fundamental) y luego vinieron los cuentos de Bioy Casares (ante quien caí inevitablemente rendido) y el gusto por las series televisivas basadas en textos de ese estilo entre las que recuerdo Las aventuras de Pepe Carvalho (aquel detective postfranquista creado por Manuel Vazquez Montalbán) todas las que se hicieron sobre las novelas de Agatha Christie y la transmitida hasta el hartazgo de Hércules Poirot.

Desde entonces el género detectivesco pareció no contar con buenos textos (algo que en nuestro país también puede advertirse) y el cine entero, como una consecuencia lógica, vió cercenada su producción en ese aspecto.  Pero lo cierto es que con la llegada de los nuevos sistemas de televisión y cine digital se hizo notoria la necesidad de  revisar los diversos géneros literarios para advertir cuales podían ser más factibles para ser explotados comercialmente, y en ese sentido, el género policial, así como el fantástico y el de terror, demostraron su fidelidad ya que nunca perdieron su encanto y siguen interesando al público.

Así es como un día, buceando en los mares de Netflix me encontré con Ms. Fisher´s Murder Mysteries una serie australiana que, si bien a simple vista me pareció un burdo plagio a las piezas de la inigualable Agatha Christie, con el correr de los capítulos me dí cuenta de que en realidad se trataba de una serie muy bien lograda, con un excelente  guión, muy buenas actuaciones (la Miss Fisher en cuestión es interpretada por Essie Davis, conocida por interpretar a la atribulada madre del niño de Babadook) y unas  ambientaciones de época que sólo se pueden lograr con una importante producción.

Al igual que como sucede con el Hércules Poirot o la Miss Marple de Agatha Christie, en el caso de la detective australiana subyace también  de fondo una historia personal que justifica la elección de convertirse en sabueso y que, a medida que se avanza en los casos, va quedando al descubierto hasta transformarse en un conflicto con autonomía  suficiente y una densidad propia que invitan a quedarse hasta el último capítulo para develar el misterio. Pero la historia de Fisher, lejos de suceder en épocas victorianas o castillos de señoras burguesas, transcurre en la Melbourne de los dorados años locos.

Allí, en una mansión de estilo inglés reside una millonaria que lejos de ser una señora que se amolda a lo que la sociedad espera de ella, se alza como una mujer rebelde, desprejuiciada, moderna (fuma, usa pantalones y se la pasa como parroquiana en casinos y bares) y con un sentido de la justicia basado en una dura experiencia personal para la cual habrá esperar hasta el desenlace para saber de qué se trata.

En el devenir de los casos en los que se inmiscuye queda claro que la detective no está sola, ya que en las investigaciones que lleve a cabo debe compartir espacio con el Jefe de policía de Melbourne (Nathan Page), el ayudante de éste, y, en su seno familiar se encuentra  acompañada por su mucama (quien acaba inevitablemente convirtiéndose en su ayudante), un mayordomo y una tía anciana que representa lo más recalcitrante de la alta sociedad de la época.

Essie Davis demuestra ser una gran actriz y logra darle a Miss Fisher un aire renovador en las series del género.  La originalidad con la que interpreta a la detective y las intervenciones humorísticas que le imprime al personaje  hacen que una vez visto el primer capítulo se haga inevitable la necesidad de seguir hasta el último, el cual lejos de caer en el grotesco o el plagio incorpora todos los elementos del género (incluso muchos utilizados por Agatha Christie a lo largo de su saga, dejando en claro la influencia de aquella) logrando así un desenlace conmovedor y que deja al espectador con ganas de una segunda temporada.

Más allá de las historias que dan entidad a cada uno de los capítulos que Fisher debe resolver, el elemento más destacable de la pieza, sin dudas, es la importante y talentosa reconstrucción de época llevada a cabo, donde se representan  no sólo los eclécticos años veinte sino que, además, se valen de diferentes momentos históricos previos (anclados específicamente en la Primera Guerra mundial donde Miss Fisher tuvo una participación especial) dándole a la historia una dinámica muy atractiva y que instruye acerca de algunas cuestiones acaecidas en aquella famosa contienda.

Por el solo hecho de ser una serie australiana (a las cuales no estamos acostumbrados) es que la propuesta de Miss Fisher vale la pena ser vista. Pero lo cierto es que no se agota allí ya que, a través de la naturaleza de los casos exhibidos y ciertos planteos relacionados con cuestiones sensibles como el racismo, la sexualidad, la prostitución o las drogas, resulta muy diferente a la propuesta de autores ingleses movidos por un espíritu conservador, el cual en este caso, logra quedar fuera del campo. 

MISS FISHER´S MURDER MYSTERIES (2012-Australia), Dirección: Tony Tilse, Peter Andrikidis, Daina Reid, David Caesar, Kate Dennis, Emma Freeman, Clayton Jacobson, Ken Cameron, Sian Davies, Declan Eames, Catherine Millar, Elenco; Essie James, Nathan Page, Hugo Johnstone-Burt, Ashleigh Cummings, Richard Bligh, Travis McMahon, Anthony Sharpe, Música: Greg Walker, Fotografía: Roger Lanser (Duración de cada capítulo: 60´-Color).

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