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20 Nov
20Nov

"El mundo del terror parece no estar hecho para mujeres”. Esa es una frase que lejos de intentar una afirmación o una muestra de discriminación hacia el género es una realidad que parece institucionalizada y poco cuestionada en el mundo del cine actual. Si analizáramos las miles de películas de terror que se han  hecho a lo largo de la historia y viéramos cuántas están filmadas por mujeres nos encontraríamos que nos sobran los dedos de una mano, aunque, claro está que, si hablamos de mujeres ejerciendo el rol de intérpretes, nos encontraremos con que el mundo de lo monstruoso y paranormal las tiene como protagonistas en buena parte de ellas, lo cual nos deja la duda de si es aquel un dato para celebrar o sólo lo hacen porque consideran a la mujer un sujeto indefenso y débil, verdadera carne de cañón para ser atacada por cuanto monstruo pulule en las mentes de los guionistas o escritores. 

Y la respuesta, como imaginarán, es retórica pero bien vale la pena un debate.Es por eso que, cuando en cartelera aparece una película de terror dirigida por una mujer, uno no puede menos que sorprenderse y ubicarla como prioritaria en la lista de films para ver. Tal fue el caso de la australiana Jennifer Kent quien desde el estreno de Babadook ha cosechado una decena de premios internacionales y un sitio de privilegio dentro de un mundo en el que, como dije antes, parecía no entregarles la clave de acceso a realizadoras del sexo opuesto.

El caso es que Babadook más allá de ser una interesante propuesta cinematográfica es además una muestra de lo que se ha perdido el género de terror a lo largo de estos años al no incorporar una mirada femenina en las producciones que lo conforman como tal. El film es la versón definitiva de otro anterior (Monster, filmada en 2005 y no estrenada a nivel mundial) que contaba la misma historia pero con algunos elementos y una estética más rudimentaria seguramente como consecuencia de la evolución creativa que aún debía experimentar la cineasta y que demuestra haber alcanzado y superado ampliamente, puesto que logra sorprender tanto desde la trama como desde lo visual.

Kent cuenta la historia de Amelia, una enfermera que enviudó  hace seis años y que tiene a Samuel, un pequeño de la misma edad que la pérdida de su esposo, ya que, casualmente, aquel falleció en un accidente automovilístico cuando iba camino al hospital a presenciar su nacimiento.Por ello, el niño presenta un gran trauma respecto de la figura paterna y desde hace un tiempo sufre pesadillas recurrentes en las que explica tener contactos con seres monstruosos. 

Ante la falta de consideración de su madre respecto al tema, el pequeño se sume en una desprotección casi patológica y comienza a experimentar algunos cambios de conducta, volviéndose taciturno, autista y raro ante la mirada de los otros.Pero la inesperada aparición de un libro de cuentos llamado Babadook hará poner en alerta a Amelia y comenzar a pensar que quizás los monstruos de los que habla Samuel no sean tan fantasiosos como ella creía. 

El libro es una de esas piezas infantiles con gráficos troquelados que al abrirlos se despliegan dando sensación de movimiento y relata las andanzas de un personaje maligno llamado Babadook, con una estética muy particular y que, según se ve a medida que pasan las páginas, no sólo muestra cómo el personaje encuentra placer en asustar a niños desprotegidos sino que muchos de los textos parecen estar escritos especialmente para ellos. Desde ese momento Amelia empieza a sentir una presencia extraña en la casa y los cambios de conducta de Samuel –sumados a una serie de tragedias y situaciones inexplicables- la hacen darse cuenta de que el libro podría ser el causante de las horrorosas situaciones que les toca vivir y a las que parecen estar predestinados.

EL DISCRETO ENCANTO DE LA INFLUENCIA

Uno de los aspectos que más llama la atención a medida que la historia se desarrolla es la sensación de haber visto muchas de las imágenes que aparecen en pantalla, en algún otro lado. Y ello, en principio, no debería significar ninguna extrañeza sobre todo si se tiene en cuenta que el género de terror está plagado de tópicos y fórmulas que le dan la esencia pero, en este film, la explicación parece provenir de un abierto homenaje de la directora a las grandes piezas del horror que, seguro, como a tantos otros cineastas, sirvieron de inspiración.

Apenas comienza la película el pequeño aparece en un plano picado sobre un bosque follado y ahí sobreviene el primer flashback: Samuel es un niño traumado y algo especial como el Damien de La Profecía. Luego, Amelia aparece varias veces en pantalla con un camisón exactamente igual al de la atribulada madre de Carrie en la misma noche en que aquella la desobedece y se va al baile de graduación (y que todos sabemos como termina).

Acto seguido, los golpes y los ruidos nocturnos que invitan al insomnio son un claro guiño al mundo del horror y, si a eso se le suman las posesiones demoníacas del niño primero y de la madre después, mas algunas levitaciones y movidas de cama no es ilógico que se venga a la cabeza del espectador la pequeña Linda Blair girando su cabeza y esgrimiendo gemidos en arameo.

 Pero a la hora del homenaje es evidente que la directora quiso aprovechar la posibilidad de pantalla para citar influencias y puso a Samuel siendo abducido por los pies mientras la madre lo sostiene de las manos al mejor estilo del niño de Poltergeist y, la aparición del libro y la posterior quema del mismo, remiten inevitablemente a la trama de la reciente estrenada Annabelle.  

Ahora bien, el tema del libro y de la construcción del personaje merecen por sí mismos un capítulo aparte. La aparición de un ejemplar que porta cierta animización maligna es un clásico desde que se comenzaron a contar historias pero en este caso tiene un aspecto particular, ya que el libro además de contar una historia terrorífica es el presagio de un destino al que Amelia parece estar compelida y que tendrá mucho que hacer para torcerlo y llegar viva al final de la historia. Por otro lado, el personaje del Babadook tiene una estética claramente inspirada en el Gabinete del Dr. Caligari (la capa, la galera y el rostro blanquecino que deja ver a media luz en la oscuridad en la que se esconde así lo establece) aunque sus manos, denotan una clara influencia del Nosferatu de Murnau (primo lejano del Drácula de Stoker).

Con la cantidad de influencias que aparecen  en pantalla y un ritmo más que digno para los amantes del terror psicológico surgen dos pensamientos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de analizar la pieza. El primero es que Kent es una gran conocedora del séptimo arte y ha sabido nutrirse de los grandes clásicos del género. Y el segundo es que, con todo ese bagaje puesto al servicio de la historia, la propuesta con la que irrumpe en el mundo del terror la hace salir no solo airosa sino que logra un aporte interesante y allana el camino a otras cineastas que, a partir de su obra, tomen la fuerza suficiente y se animen a indagar en las cuestiones que suceden en el mundo de los monstruos y las tinieblas. 

THE BABADOOK (Australia-2014), Dirección y Guión: Jennifer Kent, Elenco: Essie Davis, Noah Wiseman, Daniel Henshall, Hayley McElhinney, Barbara West,Ben Winspear, Tiffany Lyndall-Knight, Tim Purcell, Benjamin Winspear, Cathy Adamek, Carmel Johnson, Adam Morgan, Craig Behenna, Michael Gilmour,Michelle Nightingale, Stephen Sheehan, Música: Jed Kurzel, (95´- Color).

Premios
2014: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor ópera prima
2014: Festival de Sitges: Premio del Jurado y Mejor actriz (Davis)
2014: Critics Choice Awards: 2 nom. incluyendo Película de ciencia-ficción/terror
2014: Asociación de Críticos de Chicago: Nominada a Mejor director novel

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