Primero fue una casa embrujada que modificó sustancialmente la vida de la familia que la compró. Luego un asilo de enfermos con una pesada carga macabra y un puñado de fantasmas escondidos en cada uno de sus rincones. Y la tercera, para sorpresa de muchos, tuvo como eje central a la brujería y los aquelarres del pasado, cliché trillado si los hay en la historia del cine. Pero lo cierto es que más allá de las ideas preconcebidas que puedan haberse hecho los espectadores amantes de la serie, éstos fueron sorprendidos por el genio creativo de los guionistas que han demostrado tomar aquello que está visto hasta el hartazgo y gracias a su intervención lograr una serie que porta en sus manos el billete de ingreso – y por la puerta grande- a un lugar de privilegio en la historia del cine mundial.
La tercera entrega tuvo muchos de los elementos que se vieron en las otras dos (buen suspenso, un exquisito buceo en las aguas profundas de lo macabro y lo siniestro, personajes con perfiles psicológicos alterados, seres desesperados por salvar sus vidas y una forma de mostrar a la muerte pocas veces vistas en otras series del género). Y claro está, tratándose de brujas, ninguno de aquellos elementos podían faltar en una serie del nivel al que tiene acostumbrado a los espectadores American Horror Story.
Coven transcurre en la época actual en la enigmática y especial ciudad de Nueva Orleans. Allí funciona una escuela de orientación para jóvenes brujas regentada por la hechicera Cordelia Foxx (Sarah Paulson) hija de Fiona Good (encarnada en otra magistral interpretación de Jéssica Lange), quien además es la Bruja Suprema y encargada de decidir quién será su sucesora. Así es como una vez presentada la enigmática casona colonial donde funciona la escuela, la cámara se traslada a diferentes puntos de los Estados Unidos y muestra algunos aspectos de las jovencitas que llegarán a la mansión en calidad de “alumnas” para comenzar con su iniciación en el mundo del aquelarre.
Así es como aparece Zoe (interpretada por Taissa Farmiga, protagonista de la primera entrega y ausente en la segunda) que es una jovencita que descubre sus fuerzas sobrenaturales al descubrir que cada vez que tiene sexo con un hombre, este muere de embolia instantánea luego de haber alcanzado el orgasmo. Por otro lado se muestra a Queenie (Gabourey Sibide), una joven negra que trabaja en una cadena de hambuguesas y que se da cuenta de que su propio cuerpo es un medio para infringir dolor y vejámenes en aquellos que la molestan (tal como si fuera un muñeco vudú), y por ultimo, Madison (una joven actriz hollywoodense adicta, perversa y vanidosa como pocas) y Misty Day (protagonizada por la carismática y adorable Lili Rabe), una bruja hippie que habita en los pantanos de Nueva Orleans y que luego de haber sido quemada en las épocas de Salem, intenta un poco de sosiego en las canciones de Fleetwood Mac, de quienes es fiel admiradora.
De esa forma, con la casa habitada por las jóvenes que llegan allí para formar parte del último aquelarre del cual deberá salir la sucesora de la suprema, el espectador presencia la aparición de Madame Lalaurie (genialmente representada por Cathy Bates) y Marie Laveau (uno de los mejores papeles de Angela Bassett) dos mujeres que dos siglos atrás hicieron de la brujería y el vudú una forma de vida y que aparecen en la época actual para disputarse con la inescrupulosa Fiona el puesto de suprema.
A lo largo de los trece capítulos la historia transcurre en su mayor parte en un tiempo actual pero hay un background más que interesante logrado en base a flashbacks y que ayudan a desentrañar el aspecto macabro de las figuras de Marie Laveau y Mme. Lalaurie (dos personajes que son muy atractivos ya que existieron realmente) y que encontraron en esa lucha entre magia negra y magia blanca una forma de imponer el mundo negro sobre el de los blancos, tan desigual e injusto en aquellos años previos a la Guerra de Secesión en los Estados Unidos.
Cada una de las brujas ha reencarnado luego de aquellas quemas de Salem y traen consigo una serie de dones y atributos, todos muy distintos pero que se pondrán a prueba en el último capítulo cuando tengan que competir entre ellas y demostrar que pueden llevar a cabo las siete maravillas de una bruja (que consisten en pruebas de telekinesis, transmutación, adivinación y otras más) y de esa forma coronarse como la sucesora de la suprema, que para entonces es la consecuencia de la maldad y lo abominable de sus conductas a lo largo de su vida.
Siguiendo la línea de las otras dos series, Coven también es un rosario de influencias traídas de la literatura, el cine, la pintura, la moda, la música, la historia y hasta los secretos éticos y estéticos propuestos por el vudú tanto como religión asimismo como producto de hechicería. Entre los personajes se advierte un guiño hacia el Frankenstein de Mary Shelley, encarnado por Kyle (Evan Peters) quien es vuelto a la vida por Zoe y Madison luego de realizar un conjuro y haberlo cosido como aquel monstruo de Bela Lugosi y Cordelia es claramente la Cordelia de El Rey Lear de Shakespeare, aquella que se suponía la heredera del poder y los bienes de su padre el rey, lo que aquí sucede claramente con la figura de Fiona como reina de las tinieblas.
Pero si bien Coven abunda en influencias y en relaciones textuales, el homenaje que más sobresale por el resto es el que los creadores le hacen al grupo Fleetwood Mac, encarnado en el personaje de Misty Day (la bruja hippie del pantano que realiza conjuros escuchando los hits del grupo de la década del setenta) y con la incorporación de la cantante Stevie Nicks como una de las brujas buenas que visitan la casa y que no sólo cumple el sueño a Misty de cantarle en vivo sino que es quien oficia de telonera del último aquelarre mientras recorre la mansión cantando Seven Wonders.
Tal cual como pasó en las anteriores, trece capítulos no alcanzaron y los espectadores (récord en esta entrega cerca de 5.000.000 en todo el mundo) se quedaron con grandes expectativas de que pueda haber una secuela de Coven, ya que una vez resuelto el enigma de la futura suprema, al parecer la escuela explotaría de nuevas jóvenes que descubren sus poderes sobrenaturales y que llegan hasta allí para recibir el entrenamiento adecuado.
A diferencia de las otras dos series, el público demostró sentirse un poco decepcionado debido a que esta última pareció tener más de american story que de horror, aunque si se la vió con cierto detenimiento, queda claro que lo horrible y terrorífico en Coven no se esconde tras las caras de monstruos ni de los ríos de sangre a lo largo de la historia, sino que parece estar relacionado con la desaparición de aquellos personajes que resultan más queribles, incluso cuando sus muertes están ligadas a objetivos altruistas o bien a consecuencia de sus conductas intachables que no concuerdan con la malicia y las ansias de poder de muchas que habitan en la mansión.
Por todo ello quizás Coven sea la pieza más interesante del tríptico de American Horror Story. El grado de complejidad alcanzada en la trama, las actuaciones superlativas, la impecable dirección de arte (sabemos que nada es perfecto pero la de esta serie la roza de modo milimétrico), la utilización de elementos artísticos de otras disciplinas y la popularización de dos temas tabú como la brujería y el vudú hacen que de todas, esta sea la que mejor refleja la capacidad creativa de los guionistas.
Como siempre sucede con los finales de temporada mucho se especula sobre cuál será la temática de la próxima entrega. Al parecer, hace un tiempo se viralizaron una serie de afiches con el nombre Circus y fotografías sobre el mundo circense, pero a los pocos días los realizadores desmintieron la versión diciendo que hasta el momento (o sea a la fecha de emisión de los últimos dos capítulos) aún no habían definido sobre qué trataría la nueva temporada.