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16 Feb
16Feb

Las grandes ciudades tienen entre tantas dicotomías (y otras cuestiones inexplicables) una que es notoria en cualquier lugar del planeta: la diferencia entre los habitantes de las capitales y los de las periferias. Quienes no conocen París creen que en toda su extensión las condiciones son las mismas y que todos los habitantes tienen el mismo nivel de vida, ese que el cine francés tan bien se encarga de mostrar (el de burgueses bien vestidos, bien comidos, con la vida económicamente resuelta pero que deambulan por los bares de Montmartre o el Marais buscando algo que los patee en la parte trasera y les haga sentir que están vivos). 

Pero no, lamentablemente la respuesta no es positiva: no todos viven igual aunque por suerte, en los últimos años, los nuevos realizadores comenzaron a hacer foco en esa zona velada por la burguesía en decadencia y que puede ser un lugar interesante para buscar las respuestas a muchos de los conflictos que aquejan a la sociedad actual.

En Un día en Paris (tal es la traducción que han hecho los organizadores del festival) se cuenta la historia de Mourad, un joven que no tuvo la suerte de nacer en el Ile de France (el centro urbano considerado el corazón de la ciudad luz, ese donde se encuentran los museos, el Sena, la Torre Eiffel y el Arco de triunfo) sino que le tocó en suerte la periferia, cerca del Parc de la Villette y que, lejos de ser hijo de intelectuales, profesores universitarios o artistas vive en el seno de una familia de clase media baja, en un barrio con una población heterogénea (con africanos, musulmanes y otros colectivos con pocas posibilidades de progreso) aunque, pese a ello, estudia teatro en un grupo de su escuela y sueña con llegar a ser un gran escritor algún día.

Tentado por su profesora de teatro, Mourad  se propone asistir a un seminario de escritura dictado por un profesor muy importante, aunque claro está, antes deberá sortear una serie de inconvenientes (los pedidos de su madre para que la ayude en el trabajo, la invitación de sus amigos del barrio para que juegue con ellos un partido de fútbol y hasta una escena de celos de su novia) antes de subirse al metro y llegar al centro de París a horario para asistir a la clase.

Con ese disparador y una trama entretenida (aunque si se la analiza bien poco hay de comedia y bastante de drama en la historia) los directores se entrometen en una cuestión que pocos se animan a ver y que está relacionada con las diferencias sociales que suceden en Francia entre la clase alta que puebla y habita los lujosos departamentos parisinos y la de aquellos que, condicionados por su origen familiar o posición social, no sólo son considerados ciudadanos de segunda sino que, además, deben esforzarse el doble si quieren ocupar ciertos roles de prestigio dentro de la sociedad la cual parece tenerlos reservados para la elite que la conforma.

Un corto realmente interesante que se anima a mostrar de modo abierto y crítico el tema de la injusticia social (que para algunos aparece vedada en ciudades del primer mundo) e invita a la reflexión sobre cuanto influyen ese tipo de actitudes y condicionantes a la hora de explicar algunos hechos de violencia acaecidos en Francia en los últimos diez años (la respuesta es: si esta historia le sucede a un joven nacido en el país que le espera a un africano o a un musulmán cuando intenta desarrollar una vida en una sociedad tan compleja y cargada de xenofobia como la francesa)

Una pieza divertida, con algunas situaciones al estilo de gags humorísticos pero que esconden una profunda crítica a un sistema que, a los ojos de lo que le viene sucediendo, deberá pensar la posibilidad de replantearse algunas de sus bases ideológicas.

UN DIA EN PARIS (Francia-2013), Dirección: Carine May, Hakim Zouhani, Elenco; Vessale Lezouache, Smail Chaalane, Hamid Berkouz, Elvis Galé, (22´- Color)
(Este film formó parte de la competencia oficial de cortometrajes del French Film Festival 2015) 

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