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15 Apr
15Apr

“Solo puedo describir mi estado de ánimo como un estado sexual"Lars Von Trier es de esos directores que en cada nueva entrega de un film genera enormes expectativas así como rechazos y difamaciones, ya sea  entre los diferentes sectores del mundo cinematográfico como del público que en numerosas ocasiones sale de la sala ya sea  cargado de angustia (como en el caso de la anterior, Melancholia) o bien con una enorme duda acerca de lo que acabó de ver. Es por eso que, si se tiene en cuenta esa característica y el espíritu experimental del danés, hay que aclarar de antemano que Ninfomaniac no aparece como la excepción a la regla.

Cuando comenzaron a difundirse algunas escenas y a trascender de que iba la película se supo de antemano que no iba a ser fácil su difusión, sobre todo en países con poca cultura cinematográfica o con culturas tradicionales y de honda raigambre moralista. Y así fue, puesto que si bien fue estrenada ya en las principales europeas aún hay muchos institutos internacionales que aún se debaten entre autorizar su proyección tal cual como está presentada la pieza o si le van a realizar algunos cortes para encuadrarla dentro de un rango de autorización según edades.

Si se observan las imágenes del tráiler (tanto del corto como del extendido) rápidamente el prejuicio hace su trabajo y lleva a ubicarla dentro del género pornográfico, ya que desde la polémicamente recordada Calígula que no se veían escenas tan explícitas en un film considerado de autor, pero lo cierto es que, cuando se la ve en su totalidad, sin cortes y en sus dos volúmenes, lo explícito se vuelve nada más que un mero recurso para ilustrar la verdadera cuestión que subyace en las profundidades del alma de Joe, esa mujer arrojada a los deseos de un cuerpo inclemente y que le da el nombre a la pieza.

Quizás el hecho de reconocer en Trier a  un innovador dentro del mundo cinematográfico (y uno de los que mejor entiende el trabajo intertextual que se puede desplegar a la hora de escribir un guión) hace que no sea extraño que la estructura del film esté planteada como si se tratara de una ópera o una pieza teatral, dividida en diferentes cuadros que ofician como capítulos temáticos (y a los que el hombre que la asiste en su casa les coloque un título realizando diferentes analogías surgidas de las diferentes artes).

Así es como el primer volumen comienza con Joe (sin dudas la mejor interpretación de Charlotte Gainsbourg) tirada en el piso de un gris callejón, golpeada y semiinconsciente. Un hombre que de casualidad pasa por allí le ofrece llamar una ambulancia o a la policía pero ella se niega. Acto seguido le pide que le ofrezca una taza de te con leche,  a lo cual el hombre accede y la lleva en andas hasta su casa. Una vez allí el hombre la protege y le da una cama para que se reponga de los golpes y el tiempo que pasó en el suelo. 

En ese momento Joe le dice que los golpes que recibió los tiene bien merecidos y le confiesa su condición de ninfómana, y a partir de allí comienza a relatarle con lujo de detalles su ajetreada vida, que incluye un marasmo de hombres, prácticas de las más variadas, traumas no resueltos y algunos dolores que no le permiten ver una salida del padecimiento que dice sufrir.

De ese modo y a lo largo de casi toda una noche, ambos personajes – al mejor estilo de los protagonistas del Decamerón de Bocaccio- estarán encerrados en la habitación escuchándose mutuamente e  intentando atravesar no sólo las inclemencias de un clima que desde la ventana se muestra como tormentoso y nevicante, sino intentando encontrar una respuesta lógica al relato de Joe, que por momentos parece una pieza bizarra o una historia que sólo se le podría haber ocurrido a un desquiciado.

El segundo volumen no es que deba ser considerado como una unidad temática diferente aunque sí es evidente que explica y muestra el aspecto más violento de la historia de Joe que es el que corresponde a su etapa masoquista (la cual aparece como la consecuencia de haber concretado todas las formas posibles del sexo y que un día la vuelve un ser incapaz de sentir placer y la sumerge en lo más abominable para su condición que no es ni mas ni menos que la conversión a la frigidez absoluta).

El film es una pieza de un nivel indiscutido. Tanto la profundidad de la historia como la elección de imágenes recurso que sirven de apoyatura en los diferentes relatos que hace Joe no sólo le dan un gran dinamismo sino que la vuelven de una riqueza visual típica de las obras de Trier. De tal magnitud son estas imágenes (sumada a la exquisita banda sonora que las musicaliza) que dejan en un segundo plano a aquellas de sexo explícito (explícito en el sentido más amplio del concepto) tanto como sucede en la trilogía de Chan Wook Park donde las sonatas y los planos secuencia en cámara lenta muestran de un modo bello las atrocidades más incongruentes que generan el uso de la violencia extrema. 

Sin dudas un film más que recomendable para los amantes del cine en formato de larga duración (por la cantidad de minutos que la componen debía haber sido calificada como mediometraje, por lo que su proyección debería hacerse a través de circuitos cerrados de televisión o a través de sitios prepagos) y también para aquellos que intenten un acercamiento a cinematografías de culto e innovadoras. 

Quienes ya hayan disfrutado de Trier verán en este film el punto más alto de su consagración como cineasta, y para quienes no lo conozcan, es una excelente propuesta para recorrer su amplia filmografía, la cual abarca los temas más disímiles y complejos de la mente humana.

NINFOMANIAC (I y II) (2013, Dinamarca-Francia- Alemania-Bélgica) Dirección: Lars Von Trier, Elenco: Charlotte Gainsbourg, Uma Thurman, Chia Laboeuf,  Stellan Skarsgård, Stacy Martin, Caroline Goodall, Kate Ashfield, Saskia Reeves, Jens Albinus, Sophie Kennedy Clark, Mia Goth, Omar Shargawi, Severin von Hoensbroech, Guión: Lars Von Trier, Fotografía: Manuel Alberto Claro, Música: selección de varios autores clásicos (240´, Color).

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