tiempo estimado de lectura : 3
16 Jan
16Jan

El director chino Chen Kaige hizo su aparición en los primeros años de la década del noventa con el éxito de Adiós a mi concubina, un film que a pocos días de su estreno lo llevó a estar catalogado por la opinión publica estadounidense como una de las grandes promesas del cine oriental. Años más tarde volvió al ruedo con El Emperador y el asesino, pero sin dudas, la película con la que mas conmovió fue Togheter, un drama en el que mostraba a un humilde padre dispuesto a todo para convertir a su pequeño hijo en el mejor violinista de la Ópera de Beijing.

Desde entonces no se supo más de él, ni tampoco cual seria su siguiente obra. Lo cierto es que luego de cuatro años de ausencia frente a la pantalla grande, volvió al ruedo con La Promesa, una propuesta arriesgada (sobre todo teniendo en cuenta la hibridación de géneros que logra) pero a la vez con un gran nivel artístico y una puesta en escena pocas veces vista en el cine oriental.

En La Promesa, Kaige despliega una historia que parece salida de una milenaria fábula oriental: perdida en un campo de batalla en el cual sólo han quedado ciento de cuerpos sin vida, la pequeña Quingcheng busca, entre los cadáveres de los soldados, un trozo de comida que la salve de correr con la misma suerte que ellos. De esa forma, victima de una atroz desolación, la pequeña intentará refugiarse en un cristalino lago en las afueras del bosque, y será allí donde encuentre la solución a casi todos sus problemas.

De las profundidades del lago, emerge la diosa Manshen (una bella ninfa con cualidades de sirena) que no solo le informa que su madre ha muerto, sino que además, le dice que ella puede darle las mejores ropas y los mas grandes manjares por el resto de su vida, pero con una condición: jamás debe enamorarse y, si lo hace, el hombre que intente poseerla se irá rápidamente de su vida.

La pequeña le promete que jamás intentara conocer el amor, y cuando ésta se aleja, la diosa le aclara que si algún día quisiera romper la promesa, deberá conocer a alguien capaz de volver el tiempo hacia atrás, lograr que el invierno llegue en primavera y hacer que los muertos vuelvan a la vida (todas imposibles de conseguir, al menos a primera vista)

Veinte años después, Quingcheng es una de las cortesanas favoritas del rey y comienzan los problemas cuando este, perdidamente enamorado de ella, intenta poseerla y hacerla su esposa. Paralelamente, el director cuenta la historia del guerrero protector del rey (uno de los hombres mas valientes del reino, tanto que por ello ha sido designado para velar por su seguridad personal) y que es además el jefe del ejército imperial.

Un día, en medio de una matanza de esclavos, descubre a uno que es sumamente veloz y decide perdonarle la vida, haciéndolo su mano derecha. Pero la diosa Manshen se aparece en el bosque una noche en la que este paseaba junto a su esclavo y le revela que debe matar al rey, ya que de lo contrario querrá poseer a la princesa y se romperá con ello la promesa.

Ante semejante orden, el guerrero no se atreve a asesinar al rey y decide enviar al esclavo, valiéndose del pretexto de que con la mascara de la armadura nadie lo reconocerá. Y a partir de allí comienzan a reinar las confusiones, ya que Quingcheng se enamorará del enmascarado, sin saber que en realidad, quien se escondió tras el traje aquella noche, lejos de ser el protector del rey, era en realidad, el fiel esclavo.

De esa forma, al develarse el misterio, el joven esclavo deberá cumplir con las tres condiciones que la diosa Manshen le impuso a la niña cuando le salvo la vida, pero lo que no sabe, es que los tres cumplidos que deberá sortear están íntimamente ligados con su historia personal y, con ellos, descubrirá el motivo por el cual, desde pequeño, fue reducido a la esclavitud.

Con esta superproducción, Chen Kaige mas alla de contar de forma impecable una de las historias mas encantadoras que haya dado la épica en cine, consigue posicionarse como el realizador de la película mas costosa en toda la historia del cine oriental. El gran despliegue de realización (los miles de extras, adaptación de grandes escenarios naturales y un costosísimo vestuario) pese a ser lo que mas impacta en el espectador, no puede opacar las sólidas escenas y los elaborados diálogos que, en boca de los actores, los hacen uno de los elementos del film que mayor brillo alcanzan.

El único punto reprochable de la obra, quizás sea aquel relacionado con la excesiva manipulación de algunas de las imágenes tratadas digitalmente, las cuales de haberse dosificado, hubieran evitado cierta perdida de verosimilitud que se da en algunas de las escenas en las que se usaron. En definitiva, La Promesa es un interesante híbrido entre los cuales se combinan la épica, la novela caballeresca y la novela romántica. Un film compuesto por imágenes que embelesan desde lo visual y que están teñidas de una profunda carga poética, la cual la hace comparable a cualquier obra de Akira Kurosawa, el gran maestro del cine oriental.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.